EL ABUSO DE DEBILIDAD y otras manipulaciones
¿Quién puede decir que no ha sido nunca manipulado? ¿Quién no ha tenido nunca la sensación de que alguien se había «aprovechado» de él, de que lo habían timado? En general, nos cuesta confesarlo porque nos avergonzamos y preferimos ocultarlo. Sin embargo, es algo que a las personas vulnerables les ocurre todos los días.
Últimamente, los medios se han hecho eco de numerosas denuncias por abuso de debilidad sobre personajes famosos considerados como frágiles por sus allegados. Estos hechos, que nos impresionan por las grandes sumas de dinero reclamadas o la notoriedad de las víctimas, no son ni mucho menos casos aislados. Muchos psiquiatras tratan a víctimas de manipulaciones o estafas a primera vista más anodinas, pero que les causan graves trastornos.
LA DIMENSIÓN MORAL
Hablar del abuso de debilidad requiere definir los conceptos de «consentimiento», «sumisión» y «libertad». ¿El consentimiento de una persona es siempre señal de que esa persona está realmente de acuerdo? ¿Posee esa persona todos los elementos necesarios para decidir? ¿Basta su consentimiento para decir que la acción es lícita? La respuesta a estas preguntas va más allá del derecho y tiene que ver con la moral y la psicología. ¿Cuáles son, concretamente, los límites de lo que es aceptable desde el punto de vista moral? ¿Qué decir de esas situaciones en que el abuso de debilidad no es evidente a nivel legal y por lo tanto no es sancionable, pero en las que ha habido sin duda manipulación y violencia psíquica para obtener un consentimiento? Analizaremos los casos en que un individuo utiliza la debilidad de otro para «aprovecharse» de él. Es difícil probar un abuso, especialmente un abuso sexual. Existe una zona gris, a menudo calificada de «comportamiento inapropiado», entre los hechos objetivos sancionables y una relación consentida. ¿Cómo aportar las pruebas de un no consentimiento cuando, a la presión sufrida por parte del agresor, se añaden la vergüenza de hablar de la propia intimidad y el miedo a las represalias? La actualidad nos lo demuestra cada día: hay actos que pueden no ser jurídicamente sancionables, pero sí parecernos moralmente discutibles. La dificultad radica en que esa barrera moral no es la misma para todo el mundo. Entonces, ¿dónde colocar el cursor?
EL MARCO LEGISLATIVO
En Francia existen medidas de protección. La ley sanciona el abuso de debilidad siempre que concurran tres factores: la vulnerabilidad de la víctima, el conocimiento de esa vulnerabilidad por la persona imputada y el hecho de que el acto haya causado un perjuicio grave. A pesar de todo, como veremos, cada uno de estos factores puede dar lugar a interpretaciones distintas. Y como es difícil demostrar que unas personas adultas que han dado un consentimiento aparentemente libre se hallaban en situación de vulnerabilidad, muchas denuncias se archivan sin más.
El artículo L.223-15 del código penal francés establece que debe protegerse a los menores y a las personas mayores a quien la edad o la enfermedad han hecho vulnerables, así como a los individuos en estado de sometimiento psicológico. Esta última noción, añadida al texto inicial a fin de reforzar la lucha contra los grupos llamados sectarios, es tan delicada de analizar como de concebir. Si bien es fácil comprender que algunas personas mayores cuyas capacidades intelectuales declinan o que algunos niños cuyo sentido crítico es aún insuficiente se dejen engañar, parece inverosímil que personas adultas inteligentes y plenamente conscientes puedan ser embaucadas por un estafador o un manipulador, y más cuando han sido advertidas.
A pesar de que la ley sobre el abuso de debilidad tiene en cuenta el sometimiento psicológico, los trastornos psíquicos que de él se derivan no están, salvo casos extremos, jurídicamente contemplados. Solo la estafa, es decir, el delito contra los bienes, puede ser perseguida. En efecto, aunque estas leyes constituyen un avance considerable para las personas atrapadas en una relación destructiva, los delitos son difíciles de probar y también pueden ser utilizados de una forma completamente manipuladora para descalificar a alguien, lo cual explica la reticencia de los jueces.
LA DIMENSIÓN COMPORTAMENTAL
Cuando te estafan, piensas: «¡Qué tonto he sido!». Pero si otra persona cae en la trampa, te sorprendes de su credulidad.
Hay muchos estudios científicos que han intentado comprender los mecanismos de la aceptación y la sumisión. Los primeros trabajos los hicieron los filósofos, pero luego los realizaron investigadores en ciencias sociales y en comunicación, y se centraron sobre todo en la venta y el marketing. Su objetivo no es proteger a futuras víctimas, sino mejorar los trucos o métodos que permiten convencer a un consumidor para que compre un determinado producto. Desde este punto de vista, han identificado los distintos 4 factores que participan en la eficacia de una manipulación: la técnica del manipulador, el contexto, el momento en que la persona está más desprevenida, así como algunas de sus características. No obstante, si bien las manipulaciones han sido abundantemente estudiadas a nivel comportamental, la psicología de las víctimas y los procesos inconscientes que las animan raras veces han sido objeto de estudios psicoanalíticos. Ahora bien, la dimensión comportamental por sí sola no permite explicar que los individuos se dejen engañar, sobre todo cuando saben que su interlocutor no es digno de confianza.
¿INFLUENCIA O MANIPULACIÓN?
¿Quién no ha tenido alguna vez la sensación de haber tomado una decisión o haber actuado en contra de su voluntad, por influencia de la conducta o las palabras ajenas, conservando de esa experiencia una impresión de malestar? Pero ¿es necesariamente el otro quien ha querido causarnos un perjuicio? La vida nos confronta con mil pequeñas manipulaciones anodinas que no tienen por qué ser judicializadas. La otra cara de la moneda es que esto banaliza los comportamientos límite y complica las denuncias de manipulaciones mucho más graves.
¿Dónde empieza la influencia normal y sana y dónde empieza la manipulación? ¿Cuál es la frontera?
También a veces nosotros, conscientemente o no, manipulamos: una comunicación no siempre es completamente neutra. Puede ser por el bien del otro (un progenitor puede hacerle tomar un medicamento a su hijo; un profesor trata de transmitir mejor sus enseñanzas...). También puede hacerse de forma inofensiva, como en el caso del cónyuge al que manipulamos para que nos acompañe a una reunión que le parece aburrida. Ningún sector de la vida social se libra de la manipulación, tanto en el trabajo para que un compañero te eche una mano como en la amistad cuando disfrazamos los hechos para dar una mejor imagen de nosotros mismos. En estos casos, la manipulación no es malévola ni destructiva, sino que forma parte, mientras exista una reciprocidad, del intercambio normal. Pero si uno toma el poder sobre otro, dicha manipulación se convierte en abuso.
LAS VÍCTIMAS DEL ABUSO DE DEBILIDAD
Como es lógico, pocas veces son los abusadores los que acuden a la consulta del psiquiatra, ya que estiman que su conducta no plantea problema alguno. En cambio, los 5 psiquiatras reciben a veces a víctimas de manipulaciones que intentan escapar de una situación abusiva, «desengancharse» de una dominación, aunque en general reaccionan demasiado tarde al tomar conciencia de que han sido estafadas o lastimadas. También a veces es la familia la que se adelanta: «Nuestro hijo/nuestra hermana están sojuzgados, ya no son los mismos. ¿Cómo podemos ayudarles? ¿Qué podemos hacer?».
Las personas mayores
Entre los individuos afectados, ¿en qué momento se puede hablar de la vulnerabilidad de una persona mayor? A menos que haya un accidente vascular cerebral, la pérdida de autonomía es algo progresivo, uno no se vuelve senil de la noche a la mañana. Un individuo puede aprovecharse de que la persona mayor es más débil para ejercer sobre ella una dominación afectiva que tendrá como resultado un agradecimiento y una generosidad desproporcionados. El manipulador afirmará luego que esa donación o ese legado han sido totalmente voluntarios y que no puede hablarse de ningún tipo de abuso.
Veremos que, contrariamente a las apariencias, en el abuso de debilidad lo que está en juego inconscientemente no es solo el dinero sino más bien el amor, pues apoderarse de una herencia también implica una estafa afectiva. Aprovechando un problema de relación con un pariente, un tercero intentará alejar a una persona vulnerable de su familia legítima y se presentará como familia ideal de sustitución para así figurar en el testamento. En el caso de una rivalidad entre hermanos, uno de ellos tratará de imponerse ante el progenitor en detrimento de los otros herederos.
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