EL AUGE DE LAS MICROSECTAS AL CALOR DE LA PANDEMIA.

 El momento es perfecto, y las unidades policiales especializadas lo están notando. Los meses de pandemia, con la sensación de apocalipsis, el aislamiento, la soledad, las incógnitas sobre el sistema sanitario convencional y la pantalla del ordenador tantas horas diarias iluminada constituyen el mejor cóctel de las últimas décadas para la creación o el fortalecimiento de los grupos sectarios. Así lo alertan la Unidad Especializada en Grupos de Manipulación Psicológica de los Mossos d’Esquadra y la inspectora especialista en sectas destructivas de la Policía Nacional.

“Si lo que venden estos grupos es seguridad y equilibrio, un momento de incertidumbre como es una crisis mundial es un claro elemento favorecedor”, expone la experta de la Policía Nacional. “Nos llega más información y más ruido de actividades sectarias, pero aún es pronto para cuantificar el fenómeno”, añade.

                                                                
 

“Nos llega más información y más ruido de actividades sectarias"

ESPECIALISTA DE LA POLICÍA NACIONAL

“La pandemia nos ha hecho pasar muchas más horas ante una pantalla y debemos observar con espíritu crítico ciertas promesas de milagro contra nuestro malestar”, alerta el inspector de los Mossos Lluís Paradell. “En épocas de vulnerabilidad como esta crece la actividad de estos grupos, pero los procesos de desmantelamiento son lentos y se dan cuando las víctimas se percatan de dónde están y se atreven a dar el paso de salir y, aun más, de denunciar”, expone uno de los analistas de la policía autonómica entrevistados por La Vanguardia. “Coincidimos con los estudiosos más académicos –añaden–, que son los temas de salud y de crecimiento personal los que más atraen hacia los grupos de manipulación psicológica en los últimos años, de manera que la pandemia es un elemento peligroso”. “Sólo conocemos la punta del iceberg”, admiten.

La pandemia nos ha hecho pasar muchas más horas ante una pantalla y debemos observar con espíritu crítico ciertas promesas de milagro”

LLUÏS PARADELL Inspector de Mossos d'Esquadra

En 2020, los Mossos abrieron 24 investigaciones por sospechas de grupos sectarios; en los dos años anteriores coincidieron en 39. No todas ellas se confirmaron.

El psicólogo Miguel Perlado, terapeuta y referente en la materia, que en 2020 publicó el manual ¡Captados! (Ariel), calcula que en España están activas alrededor de 200 organizaciones de este tipo.

Porque contra la imagen mediática de las sectas, éstas son hoy básicamente grupos minúsculos, con una mínima estructura y unos pocos adeptos que a menudo ni siquiera lo son de forma permanente.

“Las sectas a la vieja usanza, con una denominación, un ideario, un procedimiento, son minoritarias. No queremos hablar de sectas sino de grupos coercitivos. Hace diez o doce años te captaban con un cartel, en una conferencia, pero ahora es a través de youtube o instagram, y no hace falta ni siquiera que el gurú esté en España. Algunos captan adeptos en Lleida, Lugo o Londres desde América Latina”, expone Juantxo Domínguez, presidente RedUNE – Prevención del Abuso de Debilitad y Derivas Sectarias.

Hace diez o doce años te captaban con un cartel, en una conferencia, pero ahora es a través de youtube o instagram"

JUANTXO DOMINGUEZ RedUNE

La última operación contra un grupo sectario se produjo el 29 de marzo.

La policía catalana arrestó en La Pobla de Lillet, un pequeño municipio en las montañas del Berguedà (Barcelona), a José F.C., a la pareja de éste y a una instructora de yoga y meditación que supuestamente elegía a mujeres jóvenes a las que integraban en el grupo. Éste se reunía en una modesta casa de tres pisos de dicho municipio y en ocasiones en una vivienda en Barcelona.

Cuatro de ellas abandonaron el grupo en 2018 y 2019 y posteriormente presentaron denuncia, tras relatar a la policía las prácticas a las que al parecer les sometía el líder del grupo. Se hacía llamar “maestro iluminado”.

Tras declarar ante el juez, los tres detenidos quedaron en libertad con cargos.

EL GRUPO DE LA POBLA DE LILLET

“Solían salir de la casa al atardecer, hacia el bosque. Siempre iban en fila, con el hombre delante y separados por un metro"

La Vanguardia visitó La Pobla de Lillet hace unos días. Nadie respondió en la vivienda, identificada por media docena de vecinos. Todos en el pueblo conocían al grupo. Los llamaban “la secta” o “los meditadores”. “Solían salir de la casa al atardecer, hacia el bosque. Siempre iban en fila, con el hombre delante y separados por un metro, más o menos”, explican cuatro mujeres mientras desayunan en una cafetería. Llevaban alrededor de diez años en aquella vivienda.

Los Mossos citan este caso –en fase de instrucción judicial– como paradigma de los grupos de manipulación o de coerción psicológica. “Nos consta que quienes caen en este grupo son personas en situación de debilidad emocional o que carecen de tejido social, que se sienten acogidas por el líder. Organizaban seminarios y retiros de fin de semana en los que, con el tiempo, fue sometiéndolas. Muchos de ellos en fechas como fin de año o Semana Santa para provocar un alejamiento de la familia. Ahí las humillaba o ensalzaba, alternativamente, y las castigaba, incluso con golpes, hasta generar un clima de dominio absoluto que llegó a ser también sexual”, resume uno de los analistas de los Mossos. El ‘maestro iluminado’ tiene 66 años.

EL GURÚ DETENIDO

Humillaba o ensalzaba a sus víctimas y las castigaba, incluso con golpes, hasta generar un clima de dominio absoluto que llegó a ser también sexual

En su formulación actual, muchos de estos grupos son una especie de “McDonald’s espiritual que satisface tus ganas de mejorar, de cambiar el mundo, de encontrar tu sitio”, expone Perlado. “A diferencia de épocas anteriores –prosigue– la mayor parte de las sectas, hoy, no nacen en el entorno religioso sino principalmente en los movimientos de autoayuda, sanación, crecimiento personal, y también en negocios multinivel o piramidales. Ahora se da un retorno a la naturaleza, y funcionan reclamos como las ecoaldeas, la permacultura …Y muchas veces la propia secta es un proceso, no arranca con un planteamiento inicial”. “Un rasgo definitorio es el uso del engaño para conseguir un fin que no expones desde el principio”, expone la agente de la Policía Nacional.

“La mayor parte de las sectas hoy nacen en los movimientos de autoayuda, sanación, crecimiento personal, y también en negocios piramidales"

MIGUEL PERLADO Psicólogo especialista en sectas

“Los mecanismos de control suelen empezar por un bombardeo contra tus amistades o familiares, prosiguen contra tu ego y autoestima, ofreciendo amor / odio alternativamente, buscando tu sentimiento de culpabilidad y tu confusión. Hasta que controlan tus relaciones personales, te señalan con quien puedes hablar y hasta cuál es tu pareja”, remarca el psicólogo.

En el aislamiento de la persona, la pandemia ha facilitado enormemente la tarea”, añade la policía, “y hemos pasado muchas horas frente al ordenador, lo cual facilita el acceso y el control del futuro adepto. No es necesario llevarlo a un retiro, puedes estar en teleconferencia con él cada tarde y seguir controlándolo las 24 horas con un móvil. También hay plataformas de pago que facilitan las transferencias inmediatas y que no dejan rastro”, alerta.

Al líder de La Pobla de Lillet no se le conocía un oficio, y a menudo es así. “Suelen ser tipos con don de gentes, charlatanes con carisma”, expone el abogado José Manuel Moratalla, que ha llevado la acusación en varios casos los últimos años. “Y no sienten una amenaza por un tipo penal específico”, añade. El artículo 515.2 del Código Penal prevé una modalidad de asociación ilícita para aquellos supuestos en que “aun teniendo por objeto un fin lícito, empleen medios violentos o de alteración o control de la personalidad para su consecución”, explica Miriam Cugat, profesora de derecho penal de la Universitat Autònoma de Barcelona y autora de Sectas y sectarios ante el Derecho penal (editorial Aranzadi).

“Los gurús suelen ser tipos con don de gentes, charlatanes con carisma”

JOSÉ MANUEL MORATALLA  Abogado

Las fuerzas de seguridad topan con dos grandes problemas en el combate de este delito: la falta de denuncia (por vergüenza o por inconciencia del propio afectado) y por la dificultad de probar la coacción entre personas adultas, cómo probar que una persona ha accedido a donar su patrimonio a otra por coerción, por influjo, o a mantener relaciones sexuales, o abandonar su vida y entorno e integrarse en un grupúsculo. Moratalla llevó un caso en Viella en que los pagos al gurú llegaron a 40.000 a cambio de la supuesta sanación de un cáncer, en sesiones de terapias alternativas. El estafado murió.

“Todo el mundo entiende que si te ponen una pistola en la cabeza haces cosas contra tu voluntad, pero ¿cómo probarlo cuando es el influjo de otra persona el que te obliga?”, dibuja Paradell. “Por eso es clave que haya una pluarlidad de denuncias, que las víctimas de unan y actúen conjuntamente”. El propio inspector y el letrado coinciden en la importancia del peritaje psicológico o psiquiátrico: “Es el 50 o 60% de la carga de la prueba”, sentencia Moratalla.

LOS PROCESOS JUDICIALES

El peritaje psicológico o psiquiátrico puede suponer un 50 o 60% de la carga probatoria en un proceso penal 

“Naturalmente, en toda relación humana hay influencia”, valora el psicólogo, “y no existe una escala aritmética aplicable a las sectas. La línea es muy fina y muy compleja de objetivar, y desde luego intervienen baremos éticos: hasta qué punto exacto una persona puede intervenir en la vida de otra”.

HABLAN LAS VICTIMAS DE GRUPOS COERCITIVOS.

“Me he decidido a hablar por dos cosas: por un lado para olvidar y por otro para alertar. Yo misma me decía: a mí eso no me puede pasar. Y me di cuenta de que me estaba pasando viendo una película en Antena 3 que al principio decía: ‘Basada en hechos reales’. Aquellos hechos eran idénticos a los míos”.

El relato de S. (ni siquiera la inicial es real: pide el absoluto anonimato, para protegerse en su entorno laboral actual) es demoledor.

Es un caso que se sentenció en 2018.

Al gurú, Francesc F., lo condenaron a 23 años de prisión, pero no por el artículo 515.2 del Código Penal, donde encajaría el grupo sectario, sino por abusos sexuales.

Lo denunciaron cuatro de las alrededor de 50 personas que pasaron por su consulta de terapias alternativas.

Al principio decía devolver la energía y sanar a sus pacientes, en su etapa final decía ser Jesús, y María Magdalena cada una de sus víctimas.

Lo sabía todo de mí y me podía amenazar como quisiera. Decía que yo en este mundo tenía una misión y que era la sanación de los otros"

TESTIMONIO ANÓNIMO -ADEPTA DE UNA SECTA DURANTE 20 AÑOS
 

“Lo conocí –arranca S., por teléfono– porque era amigo de mis padres. Se ofreció a darme clases de repaso. Yo tenía 14 años. Me hinchó la cabeza, diciendo que nadie me valoraba. Él no tenía prisa, actuó como un psicópata, sin prisa. Pero es que al principio no lo recuerdo ni siquiera mal, me fue dando una confianza que nunca había tenido. Empezó con los abusos, decía que debía darme energía. Yo no lo entendía y no me gustaba, pero él me decía que debía hacerlo para ser mejor persona. Si suspendía algo, lo atribuía a que no había querido recibir un refuerzo suyo. Los abusos fueron progresivos, supo ser paciente y no empezó con los tocamientos hasta que yo tuve 18 años. Según él, era una terapia energética. Más adelante pasó a la masturbación, y cuando yo tenía 31 o 32 años llegó más lejos aún. Me pilló en una época muy vulnerable, después de una ruptura sentimental, porque mi manera de contradecirle –él no quería– fue tener pareja fuera. De mi familia sí que había logrado alejarme. Era tornero, pero hizo cursos de reiki y de homeopatía y abrió una consulta. Yo recomendé a alguna amiga que fuera allí, y también la enganchó. Lo sabía todo de mí y me podía amenazar como quisiera. Decía que yo en este mundo tenía una misión y que era la sanación de los otros, y que al negarme a recibir su energía las consecuencias eran que otros enfermaban. Yo tenía tanto miedo que pasaba por el tubo. Nos sacaba también dinero, con la consulta y con cursos. A los 34 años conseguí salir de allí. Veinte años. Ahora tengo 40 y me gustaría tener un hijo, algo que él me prohibía. Lo estoy intentando. Pero me fue bien para una cosa: para darme cuenta de que hay cosas de la vida cotidiana, minucias, que no te pueden afectar… No me deprimo con tonterías, si veo que alguna cosa menor me está afectando, paro y me digo: es tan fuerte lo que pasó”.

Me captó rápido. Me hizo unas pocas preguntas y enseguida comenzó a describir como era yo y lo que me estaba pasando. Me quedé alucinada"

TESTIMONIO ANÓNIMO -ADEPTA DE UN GRUPO CONDENADO EN 2018

B. es una de las amigas que acudieron a Francesc F. por recomendación de S.

“Empecé a ir un año después de la muerte de mi padre. Buscaba crecimiento personal, ya había hecho constelaciones familiares. Me captó rápido. Me hizo unas pocas preguntas y enseguida comenzó a describir como era yo y lo que me estaba pasando. Me quedé alucinada. Luego he entendido que los patrones se repiten, pero en ese momento sentí que me conocía. Me hizo tachar una lista con las emociones que tenía: dependencia, ansiedad, baja autoestima, frigidez… Me dijo que me iba a ayudar a curarme, a quitarme todas las emociones negativas. Yo había sufrido tumor cerebral a los 20 años y también tenía aversión a los hombres, por el abuso sexual que sufrí de un familiar cuando era pequeña. No me consideraba lesbiana, pero solo tenía relaciones con mujeres. Me dijo ‘conmigo vas a superar ese miedo, podrás decidir si vas con mujeres o hombres’. Empezó con caricias…luego masturbaciones, felaciones y finalmente penetraciones. Nunca nadie me había penetrado. Era un hombre mayor, calvo, con gafas. Me daba asco cuando lo hacía, tenía ganas de vomitar, cuando acababa corría a casa y me lavaba. Tenía que hacerlo porque si no no avanzaba, el me decía que lo había hecho muy bien, que estaba avanzando hacia el amor que no había conocido. Llegaba a un punto en que si no había penetración en la sesión, porque había gente en la consulta por ejemplo, yo misma pensaba que ese día no había avanzado. Lo tenía guardado en el móvil como “Francesc el Salvador”. Tenía una dependencia emocional absoluta. Cobraba 40 o 50 euros por sesión. A veces si habíamos pasado dos o tres horas en la cama me decía que no hacía falta que le pagase… Salí porque un día quedé con S., me preguntó si Francesc me había hecho algo. Mentí. Pero me enseñó una noticia que había salido en el diario, decían que Francesc había sido condenado por abusos sexuales. Empecé a llorar sin parar. Se lo conté todo, y ella me dijo que había pasado lo mismo. Al día siguiente me fui a los Mossos y denuncié. Me ha costado años dejar de hablar como él. Los psicólogos me han ayudado a entender lo que pasó, a que me perdone y no mi sienta culpable. Porque una cosa es que te lo hagan de cría, pero ¿de adulta? ¿cómo pude dejarme engañar así? Hace un año me llamaron los Mossos para advertirme que por edad pronto obtendrá el tercer grado y podrá salir. No sé qué haría si lo viese, a veces pienso que quizá aun sería capaz de hacerme algo. Tenía una capacidad impresionante de manipular”.

Algo diferente es el caso de Fernando Benedicto.

Pasó 34 en una entidad que está inscrita en el registro de entidades del ministerio de Justicia y que ha sufrido numerosas denuncias por sectarismo., “Algunos grupos pueden encuadrarse en el ámbito de las religiones, pero algunos de ellos tienen comportamientos totalitarios y de manipulación psicológica y persuasión coercitiva de algunos de sus miembros”, explican los especialistas en sectas de los Mossos d’Esquadra.

Nunca dejaron de tratarme como a un esclavo, diciendo cómo debía vestir y qué podía y qué no podía comer. No podía hacer nada sin pedir permiso·"

FERNANDO BENEDICTO -ESTUVO 34 AÑOS EN UNA ORGANIZACIÓN

“Me captaron –narra Benedicto– con 14 o 15 años y fui ascendiendo en la organización, pero nunca dejaron de tratarme como a un esclavo, diciendo cómo debía vestir y qué podía y qué no podía comer. No podía hacer nada sin pedir permiso. Hasta que sufrí una depresión y me cambió la voz y empezaron a despreciarme y a acusar de falta de compromiso, cuando llevaba 34 años sirviéndoles. No lo toleré. Muchos de quienes estaban dentro se dan cuenta de que, contra lo que predicaban, el apocalipsis no llegó en 1894, ni en 1914, ni en 1925, ni en 1975, hasta que dejaron de poner fecha; ahora, con la pandemia, vuelven a decir que es inminente. Patrañas”.

BARCELONA (La Vanguardia)

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

 

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