EL RETO DEL RETORNO A LA SOCIEDAD

      

¿Dónde he estado? ¿En un sueño? ¿En un delirio?

 Fue en una gran guerra, dónde luché, con causa justa y legítima,

o simplemente en una marcha frenética para satisfacer su capricho?

Y los que marchaban a mi lado, cantando, rezando, creyendo,

¿Eran amigos o caras?

 

Lo que yo consideraba tan valioso, ¿era sustancia o neblina?

Y el que llevaba la insignia, ¿será vengado u olvidado?

Aquí estoy ahora, pero ¿dónde está esto?

¿He estado enferma, quizá he muerto y he vuelto?

Intento, intento espigar forma y significado,

Pero todo lo que se mueve parece indiferente ante mi torpe presencia.

 

¿Qué lengua voy a hablar? Madre, padre.

¿Cómo os abrazo? No lo sé.

¿Cómo recibo vuestro abrazo? No lo sé.

Mis brazos están rígidos; mi corazón, hueco; mis palabras, torpes;

mi cabeza, sitiada.

¿A quién podré volverme? El espejo ríe o riñe,

reflejando a otra persona.

La familia asoma a mi jaula invisible.

El océano me trae algún consuelo con su ritmo y espuma.

Pero ¿de dónde procede su sal? ¿Hay un Dios o no hay nadie?

¿Quién soy yo? ¿Un resumen incompleto? ¿Un poema anacrónico?

Las ropas de ayer, ¿me devolverán las palabras y los sentimientos

que parezco haber perdido?

Mañana, mañana. ¿A qué hora tendré que despertarme?

¿Qué plan hay? ¿Comer y dormir? Comer y dormir.

Y cuestionar el Por qué y el Cómo y el Dónde.

¿Y hacia dónde?

 

No me hagáis más preguntas. No estoy preparada.

Por favor, no os acerquéis demasiado, no me toquéis todavía.

No puedo defenderme.

Y, sin embargo, si pudiera esperar,

os pediría que me lo preguntarais todo sobre aquel Tiempo

en el que luché valerosamente para preservar un sueño;

cuando hice todo lo que pude para madurar hasta convertirme en un fruto dulce

cuando me desviví por pavimentar un camino sin baches hacia la paz,

a lo largo del cual podríamos haber andado juntos.

Y si pudiera confiar en alguien, podría pediros que me ayudarais:

a decirme cómo se hace –

cómo, por ejemplo, lograr que el despertar tenga sentido

cómo manejar los interminables minutos entre ahora y después;

cómo abrazar las tareas que tengo delante de mí, con seguridad;

cómo atreverme a esperar un mañana mejor;

cómo hacer un amigo,

y cómo ser amiga.

 

¿Cómo es el proceso de abandonar una secta y retornar al mundo exterior? Tal como sugiere el poema anterior, la transición es incómoda y dolorosa, cargada de dudas e incertezas. Algunos la han comparado a la salida de una prisión, al alta de un hospital o al retorno a casa tras una guerra.

 

En nuestro trabajo de counseling hemos encontrado que el alivio, la alegría, la libertad, la esperanza, la energía, y el reencuentro con la familia y los amigos, con frecuencia, son aparte de la experiencia reciente del ex–adepto. También lo son la confusión, la depresión, la indecisión, la soledad, la cólera, la culpa, la desilusión y la vergüenza. En resumen, el retorno a la sociedad es un proceso complejo que requiere mucho tiempo, esfuerzo y paciencia por parte tanto de los ex–adeptos como de sus padres. Aunque la experiencia sea distinta para cada familia, a continuación hemos resumido algunos de los problemas, necesidades y tareas comunes ligados al retorno a la sociedad. Con ello esperamos ayudar a los padres a anticipar y a hacer frente a las tensiones específicas que acompañan este período de transición.

 

Problemas comunes

 

Depresión.

A los ex-adeptos recién salidos de la secta, muchas veces les cuesta levantarse de la cama por la mañana; durante el día pueden mostrarse reacios a salir o incluso a socializar con las personas de casa; por la noche puede que les cueste dormirse. Estos síntomas, que pueden continuar durante semanas, meses, ocasionalmente incluso años, muchas veces son un reflejo de sentimientos de pérdida y de dolor por esa pérdida. En primer lugar se halla la pérdida inmediata de todo aquello que la secta pueda haberles aportado: compañerismo, prestigio, sentido de identidad y dirección y sentido a su vida. En segundo lugar, existe la sensación de pérdida del tiempo pasado en la secta que podría haber sido mejor empleado en otras cosas (disfrutando de la familia, casándose, teniendo hijos y educándolos, acumulando experiencias paralelas a las personas de su generación, saliendo con amigos) que contribuyen al desarrollo social y psicológico, y a alcanzar metas de estudios y profesionales. En tercer lugar, los ex–adeptos tienen que competir con una pérdida de inocencia, reconocer su participación en el mundo sectario de explotación y de engaño, y admitir su vulnerabilidad a la coerción psicológica.

 

Los padres pueden ayudar estimulando (incluso iniciando) la discusión sobre estas pérdidas; mostrando solidaridad y comprensión; y ayudando al ex-adepto a centrarse en algunos de los beneficios obtenidos (por ejemplo, el aprendizaje de ciertas habilidades) durante los años de pertenencia al grupo.

 

Culpa.

  Con frecuencia los ex–adeptos se sienten culpables por haber captado a personas para la secta, por haber abandonado a amigos adeptos, y por haber abandonado a su familia y amigos mientras han estado en la secta.

 

Los padres pueden ayudar diciendo a su hijo/a que entienden que gran parte de su comportamiento fue producto del condicionamiento de la secta, y que le perdonan. Si los sentimientos de culpa son intensos e intratables, habría que pensar en un couseling profesional.

 

Soledad.

  Con frecuencia, las personas que abandonan una secta se sienten terriblemente aisladas porque (1) no están acostumbradas a confiar en ´personas de fuera´ (2) no confían en sus propias ideas, percepciones y sentimientos; (3) la gente les trata como si acabaran der regresar de entre los muertos; y (4) habiendo ´quemado las naves´ al unirse al grupo, puede que ya no tengan amigos íntimos fuera de la secta.

 

Los padres pueden ayudar reconociendo la soledad y animándoles con mucho tacto, a que participen en pequeñas actividades sociales (como comidas en familia y amigos), estimulando gradualmente a niveles de participación cada vez mayores.

 

Indecisión.

Dado que las sectas a menudo enseñan a dejar todas las decisiones en manos del líder, generalmente a los e –adeptos se les hace muy difícil tomar decisiones.

 

Los padres pueden ayudar ofreciendo oportunidades para tomar decisiones conjuntas, esperando mientras el ex–adepto intenta decidirse, permitiéndole que rectifique si comete errores, incrementando gradualmente su responsabilidad para tomar decisiones.

 

Falta de criterio.

También por falta de práctica, los ex–adeptos pueden mostrar una falta de criterio en su elección de amigos, tipo de vida o actividades.

 

Los padres pueden ayudar permitiendo que su hijo cometa errores, modelando una conducta más adecuada, discutiendo sus preocupaciones directamente con su hijo/a, y, en los casos en que la conducta sea verdaderamente destructiva (como en el caso de bebida excesiva), sugerir con tacto que busque ayuda exterior (como counseling).

 

Flotación.

  Los ex–adeptos a veces caen –involuntariamente- en esquemas mentales parecidos al estado de trance que experimentaron a veces en la secta. Este estado alterado llamado ´flotación´ puede ser ocasionado por el stress, una depresión, palabras, canciones, o ideas significativas relacionadas con la secta. Mientras se hallan en este estado, los ex–adeptos se sienten muchas veces como si no hubieran abandonado la secta; después puede que se pregunten cuál de su ´dos yos´ es el real. Esta fluctuación puede resultar muy desconcertante.

 

Los padres pueden ayudar explicando el fenómeno de la flotación a su hijo/a, para que pueda preverlo y sentirse menos afectado por ellos; estar alerta ante la aparición de conductas parecidas a las de la secta (flotación) (como por ejemplo la utilización de palabras y tonos de voz propios de una secta: ´especialidad´), y ayudarlo/a a salir del estado flotante, centrándose en temas concretos (mejor que abstractos). Nota: Aunque recomendamos a los padres que observen atentamente a su hijo/a, una vigilancia demasiado evidente puede hacer sentir peor al adepto/a. Lo ideal sería preparar al adepto/a para que pueda enfrentarse al problema por sí solo/a, por ejemplo, ayudándole a identificar y a evitar las actividades concretas que parezcan generar episodios de flotación.

 

Razonamiento reduccionista y simplista.

  Tras abandonar la secta, muchas veces a los adeptos les resulta opresivo dejar de pensar en términos simplistas. Por eso, las personas, las cosas, los acontecimientos y las ideas son buenos o malos, correctos o incorrectos, sin ningún tono gris intermedio. Toleran muy poco la ambigüedad o la complejidad de pensamiento. Sin embargo, la mayoría de ex–adeptos recuperan sus niveles de competencia mental anteriores tras haber permanecido algún tiempo fuera de la secta.

 

Los padres pueden ayudar teniendo paciencia, modelando esquemas de razonamiento maduros, y estimulando a su hijo/a haciéndole preguntas que le obliguen a hacer distinciones y a reconocer ambigüedades.

 

Temor a represalias.

Como la secta les había amenazado si abandonaban la secta, los ex–adeptos suelen temer ser hostigado o atacados por ésta al abandonarla.

 

Los padres pueden ayudar estimulando la discusión sobre estos temores y ayudando a su hijo/a a determinar cuales de éstos, si es que hay algunos, pudieran ser realmente fundados. Si parece existir un peligro real de ataques por parte del grupo, los padres podrían pensar en cambiar el número de teléfono o en ponerse en contacto con las autoridades policiales adecuadas. No obstante, en la mayoría de los casos, las sectas preferirán volver la atención hacia la captación de nuevos miembros antes que emplear tiempo (y dinero) en intentar recuperar desertores.

 

Sensación de vacío espiritual, filosófico o ideológico.

  Habiendo vivido dentro de la ideología absolutista de una secta, los ex–adeptos, al abandonarla, experimentan con frecuencia un vació espiritual-filosófico. Muchos de ellos se sentían confundidos, insatisfechos o estaban buscando activamente un sentido espiritual antes de entrar en la secta, y puede que se unieran a ella con la esperanza de que el grupo satisfaría sus anhelos. Por tanto, debe ser terriblemente decepcionante, abandonar la secta y encontrarse todavía buscando, posiblemente incluso más confusos que antes, sin ninguna base fiable desde la que interpretar y comprender el mundo. Esta ausencia de un marco de referencia espiritual-filosófico, puede ser muy angustiante, y acabar impulsando a los ex–adeptos a buscar una ideología sustitutoria.

 

Los padres pueden ayudar sugiriendo al ex–adepto que espere unos meses para tomar cierta distancia de la secta antes de intentar resolver los problemas espirituales-filosóficos; tranquilizándole haciéndole ver que llegará un momento en que desarrolle su filosofía, moralidad y espiritualidad propias; informándole de que es ´normal´ sentirse en conflicto con respecto a esos temas; reconocer su pérdida de seguridad al abandonar la ideología de la secta; ayudándole a plantearse preguntas como: ´¿Existe Dios? ¿Hay una forma en que pueda satisfacer mis necesidades espirituales? ¿Quiero volver a mi religión anterior?´, discutiendo así abiertamente el peligro de buscar una ideología que sustituya a la de la secta (que podría llevarle a entrar en una situación similar a la de una secta); y presentándole a personas expertas en el tema.

 

Antagonismo padres-hijo/a.

  Puede que los ex–adeptos rechacen la idea de volver a casa de sus padres, muchas veces porque temen que sus padres les traten como niños. Irónicamente, uno de los temores más comunes entre los padres se centra en la responsabilidad/carga de cuidar de un hijo/a adulto. Estas tensiones pueden estallar con frecuencia en forma de antagonismo entre padres e hijo/a. Por ejemplo: los ex–adeptos pueden enfadarse con sus padres por considerar que éstos les hacen ir demasiado deprisa, les sobreprotegen o no son bastante comprensivos. Y muchas veces los padres se sienten impacientes ante lo que les parece un progreso lento, un aletargamiento, ´vagancia´ o depresión de su hijo/a.

 

Los padres pueden ayudar teniendo conversaciones sinceras y amables para aliviar la tensión y permitir que la familia trabaje de forma constructiva. No obstante, si persiste la tensión (y eso puede deberse a problemas familiares no relacionadas con la secta), podría terminar creando una dinámica destructiva, y en ese caso, aconsejamos buscar un counseling familiar (con el ex–adepto, si se muestra dispuesto). También existe la posibilidad de que el ex–adepto acuda a un counseling individual. El caso es que una familia que preste su apoyo, sin ser sobre protectora es importante para que el ex–adepto pueda reintegrarse con éxito a la sociedad.

 

Dificultades de comunicación.

Los ex–adeptos necesitan poder expresar las intensas ideas y emociones que acompañan su retorno a la sociedad. Pero, al estar acostumbrados al ´lenguaje´ de la secta, los ex–adeptos muchas veces tienen problemas para articular sus propias ideas y sentimiento en términos directos y personales. Eso puede resultarles enormemente frustrante.

 

Los padres pueden ayudar siendo pacientes, animando a su hijo a que hable en términos personales (en lugar de hablar sobre generalidades), y modelando técnicas de buena comunicación (generalmente, cuanto más se vea expuesto al lenguaje normal, más articulado se irá volviendo su lenguaje).

 

Necesidades comunes

Privacidad.

Muchas veces los ex–adeptos exigen mucha privacidad (eso sucede especialmente cuando la forma de vida del grupo les exigía estar siempre con otras personas). Siempre que sea posible hay que ofrecerles un espacio, como un dormitorio privado, en el que puedan cerrar la puerta y quedarse a solar con sus ideas, esperanzas y temores.

 

Atención médica.

  Recomendamos un chequeo médico incluso a aquellos cuyo tipo de vida fuera moderadamente saludable dentro de la secta, y especialmente en los casos en que el adepto hubiera trabajado durante muchas horas, con poco descanso, mala nutrición y/o viviendo con muchas personal en espacios reducidos.

 

Tipo de vida

Rutina diaria.

 Si la vida diaria dentro de la secta era controlada rígidamente, los ex–adeptos pueden sentir la necesidad de probar distintos horarios y actividades. Por ejemplo, puede que quieran irse a dormir a última hora de la mañana o no irse a dormir hasta muy tarde por la noche. O puede que se muestren reacios a planificar sus horarios con antelación porque eso les haga sentir limitados o quitarles tiempo libre. O, puede que les cueste organizarse su tiempo libre y quieran que les ayuden a estructurar sus días. Los padres deberían captar los deseos/necesidades de su hijo/a con respecto a la organización de su tiempo, y deberían prestarle su apoyo emocional y críticas constructivas a medida que este va experimentando.

 

Dieta.

Si la secta prescribía una dieta concreta, puede que los adeptos quieran probar distintos tipos de comida. O, puede que prefieran mantener la dieta que tenían en la secta (como el vegetarianismo). Aunque eso pueda constituir un inconveniente para los padres, debería permitirse a los ex–adeptos que eligieran sus propias dietas, siempre que con ellas tengan una nutrición correcta. Si el preparar comidas distintas supone una carga para los padres, podrían pensar en pedir al ex–adepto que colabore con la compra y preparación de la comida.

 

Aspecto exterior.

Si la secta prescribía un tipo especial de vestido y de aspecto exterior, puede que los ex–adeptos quieran probar distintos tipos de ropa, peinados, maquillaje, etc., antes de decidirse por un estilo personal propio. Por ejemplo, si se exige a los adeptos un aspecto pulcro y formal, puede que el ex–adepto quiera dejarse barba y llevar tejanos. Como norma general, los padres tendrían que mostrar tolerancia y comprensión, y no insistir en que el aspecto exterior de su hijo/a sea un reflejo de sus propios valores y tipo de vida. Además, con frecuencia, los ex–adeptos necesitan ropa al abandonar la secta, y los padres –en la medida de sus necesidades- tendrían que proveer a su hijo/a de ropas adecuadas.

Descanso y ejercicio.

La vida de un ex–adepto debería incluir un descanso suficiente y ejercicio, y los padres deberían animar y fomentar estos dos elementos (ellos también tendrían que descansar y hacer ejercicio).

 

Independencia.

Los ex–adeptos que vuelven a casa de sus padres se sienten muy dependientes de sus padres (y no lo son). Pero, al mismo tiempo también quieren y necesitan sentirse independientes. Los padres pueden ayudar proporcionando: dinero (dando una asignación a su hijo, o la oportunidad de ganar dinero o de tomarlo prestado); transporte (por ejemplo, dejando que el hijo/a pueda utilizar el coche familiar; o llevándole/la a donde quiera/necesite ir; o animándole/a – informándole si es necesario – a que utilice los transportes públicos); responsabilidad (por ejemplo, pidiendo al hijo/a a que participe en las tareas de la casa, animándole a que se inscriba para votar, pidiéndole que decida y controle sus propias necesidades económicas y gastos); la autonomía (por ejemplo, a medida que el ex–adepto recupera su confianza y capacidades, los padres pueden guiar y apoyar sus esfuerzos por conseguir un trabajo, adquirir independencia económica, e irse a vivir por su cuenta). El objetivo general de los padres es transformar la relación de dependencia que su hijo tiene con ellos en una relación de independencia.

 

Estímulos intelectuales.

Para ayudar a un ex–adepto a recuperar las competencias mentales que pueda haber perdido durante su estancia en la secta, los padres pueden sugerir y compartir con él actividades y materiales estimulantes (basándose en sus intereses, culpabilidades, y necesidades específicas de su hijo/a). Por ejemplo, la familia podría ir junta a una charla o a una obra de teatro; o, el ex–adepto puede estar interesado en hacer un curso sólo por el gusto de hacerlo.

 

Necesidades sociales

Personas de confianza.

Para reducir la soledad posterior al abandono de la secta, los ex–adeptos necesitan a alguien en quien poder confiar (preferiblemente diversas personas). Durante los primeros meses, esta función pueden realizarla otros ex–adeptos, familiares, y otros que parecen satisfacer las necesidades sociales de su hijo. Pero no deben sentirse responsables de satisfacer todas las necesidades de confianza del hijo/a.

 

Modelos de rol.

Tal como hemos observado antes, los adeptos están muchas veces aislados o desentrenados con respecto a las estrategias de supervivencia en el mundo no-sectario. Por tanto, los ex–miembros necesitan modelos de rol que les sirvan de orientación sobre cómo poder manejar sus vidas adecuadamente. Los padres seguirán sirviendo como modelos de rol. Además, el contacto cotidiano con vendedores, camareros, empleados de banca, oficinistas, etc., puede proporcionar ejemplos de comportamiento adecuado, lengua, y vestimenta, de los cuales los ex–adeptos pueden aprender. Los padres deberían asegurar que su hijo o hija tenga contacto con modelos de rol diversos, y tendrían que estar dispuestos a hablar sobre estas personas con su hijo.

 

Asistencia profesional.

Si bien recomendamos la asistencia (de un profesional experto en sectas), somos conscientes de que los ex–adeptos muchas veces son muy celosos de su intimidad y se muestran comprensiblemente reacios a confiar o a buscar ayuda de extraños. Por eso, los padres podrían sugerir (pero no con insistencia) recurrir al counseling como un posible recurso para ayudar a su hijo/a. (Nota: Si hay signos evidentes de problemas psicológicos, los padres deberían consultar a un profesional de la salud mental)

 

Tareas comunes

Las tareas con las que debe enfrentase un ex–adepto pueden parecer abrumadoras en algunos momentos. Los padres también son especialmente sensibles a los altibajos del retorno al mundo no sectario y necesitan recibir aliento de su hijo y de fuentes exteriores. Necesitan desahogar sus frustraciones y temores; confesar sentimientos de culpa y excitación, pasar tiempo sin su hijo/a, buscar apoyo, ánimo, y, a veces, la asistencia profesional.

 

Como los padres también están tan involucrados en el proceso de retorno al mundo de su hijo, a continuación, además de la lista de tareas a realizar por parte del ex–adepto, damos también una lista de las tareas que deben afrontar los padres durante este período.

 

Recuperar la confianza en uno mismo.

El mundo de las sectas, las palabras ´yo´, ´mente´, y ´ego´ se consideran enemigos. Por eso, los ex–adeptos recién salidos de una secta tienen que recuperar su respeto y la confianza en sus propios pensamientos, sentimientos y percepciones.

 

Desarrollar una moral personal. Una vez el ex–adepto abandona las concepciones de bien y mal de la secta, tienen que elaborar un sistema propio de moralidad; tienen que aprender a utilizar criterios propios para resolver cuestiones éticas y morales.

 

Distribución del tiempo.

En muchas sectas, ´el tiempo es una ilusión. La única realidad es el ahora y aquí´. Desde esta perspectiva, los ex–adeptos que acaban de abandonar una secta tienen que reaprender el valor del tiempo; cómo utilizar el tiempo de forma eficiente y efectiva; como ser digno de confianza.

 

*Recuperación de las habilidades sociales

 

*Aprender a participar en conversaciones cotidianas

 

*Renovar y enriquecer el vocabulario personal

 

*Observar y practicar una conducta social adecuada

 

*Profundizar en las relaciones sociales (tanto las superficiales como las íntimas)

 

*Integrar la sexualidad dentro de su personalidad

 

*Recuperar la competencia intelectual a través de la lectura y la participación en actividades que supongan un estímulo intelectual.

 

*Tratar los conflictos previos a la secta como problemas familiares, ansiedad académica, confusión relacionada con la carrera profesional, decepción ante la sociedad, y cuestiones parecidas.

 

*Tratar las cuestiones religiosas y filosóficas, encontrando así vías de expresión y compromiso personal.

 

*Establecer prioridades y objetivos con respecto a: carrera, educación, tiempo libre, etc. (tanto a largo plazo como a corto plazo)

 

*Trabajar para llevar a valerse por uno mismo:

   -Independencia económica

   -Aprender(o reaprender) a calcular presupuestos

   -Abrir y mantener una libreta y cuenta corriente

    -Considerar y realizar los pasos necesarios para conseguir un trabajo tiempo completo, en el que pueda sentirse realizado, estudiar,aprender técnicas útiles, elaborar un resumen.

 

 

 

Nota:

A muchos ex–adeptos les horroriza la idea de tener que elaborar un resumen o de tener que pensar. ´¿Cómo se pueden explicar, ocultar o borrar los años pasados en la secta? ¿Debería ser sincero? ¿Qué pensará un empresario si se entera que he estado en una secta) ¿Tendría que decirle la verdad? No quiero mentir, pero puede que deba hacerlo para conseguir un empleo´.

 

La respuesta a estos problemas prácticos y éticos varía según las actividades concretas que realizó el adepto mientras estuvo en la secta. Los que trabajaron fuera de la secta mientras estaban en ella pueden citar esos puestos de trabajo y omitir cualquier mención a la secta. Pero los que no disponían de un empleo fuera de ésta puede que tengan que traducir sus actividades voluntarias dentro de la secta al lenguaje del mercado laboral. Si se ven presionados, los ex–adeptos pueden sentirse obligados a explicar su pertenencia a la secta, y hacerlo no es el fin del mundo. De hecho, algunos empresarios ven el pasado sectario como un aspecto interesante del pasado del ex–adepto. Aunque, en general, desaconsejamos hacer mención de la secta, ya que esta experiencia tiende a ser mal interpretada por la mayoría de la gente. Finalmente, pueden ser de ayuda las sugerencias de otros ex–adeptos que hayan superado ese obstáculo.

Independencia emocional: esforzarse por lograr una automotivación, reflexión interior, capacidad de estar solo y de resolver problemas/conflictos por uno mismo; aprender cuándo y cómo buscar apoyo emocional.

Adquirir la capacidad de administrar una casa y prepararse para (eventualmente) irse a vivir pos su cuenta.

Integrar la experiencia de la secta en la vida de uno, como un aspecto aceptado, pero no dominante, del pasado.

 

Tareas a afrontar por los padres:

*Cuidar de uno mismo

*Aprender a confiar en vuestro hijo

*Permitir a vuestro hijo/a que cometa errores

*Ayudar a vuestro hijo/a a definir las tareas del retorno

*Ayudar a vuestro hijo/a a definir las estrategias para llevar a cabo esas tareas

*Reconocer y solidarizarse con las decepciones

*Compartir las alegrías

*Dirigir a vuestro hijo hacia los recursos exteriores

*Dedicarse a otros intereses y compromisos además de la ayuda a vuestro hijo

*Integrar la experiencia sectaria como un aparte aceptada pero no dominante de vuestro pasado.

 

 

 

 

El espejo se ha vuelto más amable,

entro y aguanto

las tempestades y los abatimientos,

la dureza y la suavidad

las ciénagas y las montañas

que reprochan y confrontan,

desafían, consuelan, acarician.

sí, me altero

me rompo la cabeza pensando,

critico rabiosa

pero sobre todo es el viento el que canta

la nube responde

y yo respondo.

 

 

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